Cuando era chiquita, teníamos una casa de muñecas donde nos escondíamos a hacer travesuras. Una de esas travesuras (y la más deliciosa) la ejecutaban mi hermana y mi primo, los valientes del equipo: cuando había comida familiar y mi mamá servía de entrada calamares fritos, se metían a la cocina con un tazón y se robaban los calamares recién salidos del aceite. Luego regresaban corriendo a la casita y afortunadamente me compartían un poco del botín, con gotitas de limón, y a veces mayonesa, sí había tiempo de robarla.

A la fecha, los calamares fritos son de mis entradas favoritas, y siempre que puedo los pido en los restaurantes. Esta versión es la clásica italiana, calamari fritti, solamente con una ligera enharinada y no completamente rebozados como en otras recetas. Se necesitan solo tres ingredientes: calamares, harina, y sal.

A mí me gusta reposar los aros de calamar ya descongelados en leche por un tiempo para suavizarlos un poco, pero si prefieres los calamares un poco más firmes, puedes saltarte este paso.

Sírvelos con limón amarillo, salsa marinara, o salsa tártara, mi favorita para acompañar calamares fritos. Aquí encuentras la receta.

Calamares fritos a la italiana