
El esplendor de nuestros guisos

La alimentación representa un factor esencial en el desarrollo del ser humano. Así cada región del mundo, cada raza, cada nación se caracterizan, entre otros muchos rasgos, por su gastronomía, que confiere a las distintas etnias y culturas su identidad.
El denominador común de todas las cocinas es que su materia prima son otros seres vivos, ya sea del reino vegetal o animal. Pero hay también diferencias: “Los filósofos orientales han puesto de manifiesto que la alimentación sencilla, carente de carne y especias, rica en carbohidratos, prepara al cuerpo humano para una mayor espiritualidad.” Por ello, los principales guías espirituales de la India y los maestros budistas suelen alimentarse con parquedad, recordando sin embargo aquel capitulo de la vida de Buda en que éste, cercano a la muerte a causa de su ascetismo, recibió un cuenco de arroz que lo llevó a reflexionar en que no se llega a la iluminación mediante el ayuno exagerado, por lo que es preciso alimentarse bien, sin olvidar que es resultado de un proceso espiritual.
El acto mágico de convertir múltiples ingredientes en un platillo de inolvidables paraísos.
La cocina es parte fundamental de la existencia; no sólo nos da vida sino también placer y alegría. Nos permite a la vez, reconocer nuestros valores porque sus componentes forman parte de nuestra historia y cultura. La gastronomía es un arte efímero pero inolvidable; constituye un edén pletórico de sabores apasionados, cuyo resultado son frutos elocuentes del corazón. Los exuberantes guisos de la cocina mexicana explican en buena parte la razón de su primacía, ya que alcanza un alto valor con sus recetas, además de que su inventiva le permite transformarse sin perder sus orígenes.
Por todas estas razones, una pintora que cocina y una cocinera que escribe, como yo, encuentra en la gastronomía de nuestro país un espacio para soñar, y la inquietud que me ha llevado a concebir varios libros de cocina.
Comento ahora un muy especial platillo que nos han dado identidad en el orbe: el mole y misteriosas salsas con resabio a paraíso, que se convierten en rumores de felicidad para el paladar y abrazan todos los sentidos. Un premio de la vida y para la vida, ya que nada sustituye el placer de brindar esa sensación suculenta casi sagrada. Es una manera de fortalecer el espíritu y hasta de perfumarlo, pues a través de este acto se colman todos los sentidos de plenitud.
La gastronomía simboliza percibir lo más cierto de lo nuestro, además de la posibilidad de apreciar en toda su magnificencia otras aportaciones de la cultura universal. Cada vez que preparamos un guiso expresamos nuestra esencia e inspiración. En fin, que al dejar las hornillas, ya estamos soñando con volver a ellas lo más pronto posible para tratar de repetir, si esto es posible, el acto mágico de convertir múltiples ingredientes en un platillo de inolvidables paraísos.