Allegro, vino blanco mexicano: Hasta que el corcho haga pop

Se acabó mi racha de vinos buenos, bonitos y baratos. Y no porque este Allegro Sauvignon Blanc y Chardonnay de 2019 no sea bueno ni bonito, y con un precio que va de los $460 (oferta si lo compras directo de la vinícola) a los $559 tampoco diría que es precisamente caro. Pero ni modo, está arriba de mi umbral completamente arbitrario de los 400 pesos, no mucho, pero está. Dejando cuestiones económicas de lado, para alguien a quien la música es una parte importante de su vida, una bodega llamada Concierto Enológico, con uno de sus blancos llamado Allegro es interesante. Mucho. Y full disclosure, ya he probado vinos de esta bodega, son buenos.

La etiqueta del frente no ofrece mucho, es más bien conservadora. Unas pinceladas como logotipo, la bodega y el vino, todo sobre fondo blanco, nada más. Justo me doy cuenta que últimamente no he tomado vinos con etiquetas rimbombantes. No se si en México la preferencia sea más bien por diseños sobrios, pero sí estoy seguro que en otras regiones del mundo como California o en otras bebidas mexicanas como la cerveza artesanal, sí le están entrando a la psicodelia marketera. 

La etiqueta de atrás, salvo por un detalle, sigue esta línea magra. Una breve descripción del vino, así como las uvas que fueron sacrificadas para este concierto: Sauvignon Blanc y Chardonnay. Ahora el pequeño detalle, seguro idea de algún millennial del equipo de marketing, dos códigos QR. Me queda claro que añadir códigos QR a productos alimenticios ya no es una novedad, tan así que ya nadie se pone a buscar a donde llevan…salvo algún güey que dizque hace reviews de vino y le gusta bromear con las etiquetas. Volviendo a los códigos. Dije que había dos, uno el tradicional de cuadritos, que ya no va a ningún lado, y otro más cool, que es el QR de Spotify. Resulta que la banda de Concierto Enológico ya se me adelantó con el maridaje musical. Regreso a este tema al final. 

La botella no es cristalina, es el verde oscuro tradicional, lo cual por un lado está bien porque defiende al vino de la luz, pero por otro lado no se aprecian las tonalidades sino hasta que uno lo sirve. Luego entonces lo sirvo para ver que onda. El color es apenas un amarillo pintadito, muy claro, casi transparente. 

En la nariz alcanzo a distinguir peras, a lo lejos (si hubiera leído la etiqueta antes de tomarlo, ahí habría visto las peras, pero no, dejé que mi pésimo olfato hiciera algo de trabajo). Antes de tomarlo, solo con el aroma ya me lleva a otro lugar. Me siento en una playa, con ganas no de tomar coronitas, si no este Allegro.  

“Entonces ya no se si quiero tomarme este vino en la playa o en el cine. Va, a quien engaño, me lo tomaría en la playa y en el cine.”

Lo pruebo, ojo, me sorprende y para bien. Es un vino ligero, eso ya se intuía, pero se siente un sabor muy peculiar y familiar al mismo tiempo: palomitas de maíz. Entonces ya no se si quiero tomarme este vino en la playa o en el cine. Va, a quien engaño, me lo tomaría en la playa y en el cine. 

Sin problemas me echaría este blanco lo suficientemente frío, con ostiones recién salidos del mar, incluso si no quieres que te hagan bullying por estar tomando vino en la playa, te lo sirves en una botella de corona y nadie se da cuenta. También puede ir con otras comidas, algo más de contraste como un matambrito de cerdo con limón al iniciar un asado primaveral en la CDMX. 

En cuanto al maridaje musical, la idea me parece interesante. La selección musical es como tropical light, con Carlos Vives, Marc Anthony, Juan Luis Guerra, Shakira, Chayanne, acompañados de otros más alternativos light como Zoé, Café Tacuba, entre otros. Quizás no es lo que yo me pondría a escuchar en la playa con un plato de ostiones frescos. Creo que sería más bien algo más tirando al reggae o bossanova, pero de que me tomaría este Allegro otra vez, me lo tomaría.