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Kumeey 2019: Hasta que el corcho haga pop

Kumeey 2019: Hasta que el corcho haga pop

No es un secreto que los vinos mexicanos suelen ser más caros que otras opciones… hay muchas razones para ello (impuestos, tamaño de la producción, etc), las cuales en este momento me generan muchísima flojera discutir. El punto es que últimamente he estado probando algunos que se encuentran en un rango razonable, sobre todo cuando hacemos el análisis costo-beneficio. Vinos buenos que son amigos de la cartera, pues. 

Ahora me tocó el Kumeey 2019 de Vinícola Xecué. Una mezcla clásica bordalesa (Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc). Xecué siempre llama la atención por la excentricidad de sus nombres en lengua Kiliwa. Kumeey significa hombre. Para ser honesto no hubo nada del vino que me hiciera pensar en eso, pero cada quién le pone a sus vinos como quiera. No que esto sea en detrimento del jugo en la botella. Como ya he dicho, aquí no se juzga al vino por la etiqueta (pero sí se juzgan decisiones de marketing y diseño). Y hablando de decisiones flojas de diseño, reviso la etiqueta de enfrente, más bien sobria. Volteo la botella. Además de las especificaciones técnicas que apenas alcanzo a ver pues mis ojos ya no son lo de antes, en letra muy pequeña: “No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir los sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo…” es el cursi de Benedetti, cita que pareciera más bien sacada de El Alquimista de Paulo Coelho.  

Dejando atrás la etiqueta, lo sirvo. Es de un púrpura ligero, bastante normal, de esos que si te lo sirven en una cena con amigos ni te fijas. Empiezo a hacer remolinos en la copa para que se abra (o sea que se oxide, pero así le gusta hablar a los que saben). Con la primer metida de nariz (como decimos los que no sabemos) me llega un primer golpe a NyQuil. Sigo, y empiezo a distinguir mejor. Quizás el NyQuil fue una mala jugada de mi olfato. A lo lejos está el morrón clásico de un Cabernet Franc. Más enfrente huelo cerezas. Es un aroma sutil, no pica en la nariz, se disfruta.

Después de los obligatorios 5 minutos de olerlo (mi olfato es lento) y ver las piernas resbalar rápidamente, pruebo el Kumeey. Se deja tomar. Es un vino facilote. Me gusta mucho. No te deja la lengua como lija, pero algo de astringencia hay (taninos suaves dirían los que saben). Ese aroma a cerezas está presente también en el sabor, pero no es que sepa a tutsi pop, es más bien sugerente, como que invita a seguir tomándolo. 

En épocas de estudihambre lo hubiera llevado sin problema a una cena romántica para quedar bien con mi date. Quizás pondría a Agustín Lara de fondo, mientras nos echamos una lasagna. Aunque este Xecué es muy versátil, puede con una arrachera marinada, con tamales, algún cerdo picante, o incluso con un atún sellado o un salmón con alguna crema grasosa. ¿Pescado con vino tinto? Por qué no, solo falta un poco de creatividad y disposición para hacer cosas distintas.

Kumeey me parece una buena puerta de entrada para tomar vinos mexicanos. No es caro, es suave pero no desabrido, fácil de tomar y si te gusta hablar de vinos, da de que hablar.   

Kumeey 2019, blend (50% Cabernet Sauvignon, 25% Merlot, 25% Cabernet Franc). Xecué, Baja California

$400 mxn en La Castellana, o en distintas tiendas en línea como Vid Mexicana o Mercado de Vinos

Acerca del autor

mm

Viajo, tomo vino, como y escribo, todo despacio. Fan del Valle de Guadalupe y sus vinos desde antes de que estuvieran de moda. Siempre con ganas de probar algo nuevo. Cuando no ando en esto, trabajo en una oficina. Cachanilla por adopción.

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