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Un delicioso recorrido por Budapest

Un delicioso recorrido por Budapest

Budapesht. Así se pronuncia el nombre de esta ciudad, también conocida como la perla del Danubio. La capital de Hungría parece haber sido hecha para el adjetivo bohemia, lo que resulta para mí una grata sorpresa, pues su arquitectura e idioma me parecían imponentes y reservados. Pero como descubrimos en este reciente recorrido por Budapest, es todo lo contrario.

En apenas tres días, tuvimos una muy buena probada de las maravillas de Budapest: sus restaurantes, bares, monumentos, tradiciones e impresionantes vistas. Nuestra primera parada al llegar fue un gran ejemplo de lo que nos esperaba el resto del viaje: comenzamos con un pequeño recorrido del distrito de los bares en ruinas, que son exactamente a lo que suenan.

Este distrito surgió hace unos 20 años, cuando Szimpla, el primer bar de su tipo, abrió en un edificio dentro del barrio judío, semi abandonado y en ruinas, un pequeño lugar escondido donde tomar con los amigos y convivir a todas horas. Poco a poco el lugar se fue llenando, gracias a los mismos clientes, de muebles viejos y disparejos, arte local, graffitis y elementos decorativos completamente eclécticos. Hoy en día, el mismo estilo caótico se replica en todos los bares de la zona, y mientras que algunos, como Szimpla, ahora están más enfocados en el ambiente de fiesta y bar, otros siguen siendo centros de intercambio cultural para locales y turistas por igual.

Lángos, la deliciosa comida callejera

Antes de entrar por una cerveza, sin embargo, hacemos la primer parada gourmet de este recorrido por Budapest. A la entrada del barrio judío nos detenemos en el Karaván Bar, un bar al aire libre con carritos de comida, y le entramos a un street food icónico de Hungría: los Lángos. Estos son un tipo de pan plano, muy esponjoso, parecido a una dona frita salada, al que se le ponen diferentes ingredientes arriba, aunque tradicionalmente es de queso y crema. Se pronuncia lángosh, y viene de la palabra húngara para flama, ya que es un pan ancestral que se solía hacer en un horno de piedra. Probamos el lángos estilo hamburguesa, con una carne de pato, cordero o cerdo, entre dos panes. Una cosa suculenta, perfecta para el frío, acompañada de papas a la francesa y una cerveza de barril bien fría. Ah, importante mencionar: aquí la cerveza es la bebida por excelencia, y además de ser deliciosa, es muy (muy!) accesible.

Ya bien, pero bien bien, comidas, seguimos el recorrido por los bares en ruinas: visitamos Szimpla Kert, el original, ahora en un enorme edificio de tres pisos con un gran patio y cuartos, más cuartos y cuartitos. Un ataque a los sentidos que pone de buen humor con sus bolas disco colgantes y cuadros y graffitis interminables. Luego pasamos por Fekete Kutya, mucho más tranquilo y local, donde una pareja con sus hijos de unos 7 años se sientan a tomar cervezas al lado de nosotros mientras los niños dibujan, con carbón, en sus libretas. Terminamos en Csendes, nuevamente una explosión de estímulos pero con una vibra más de cofeehouse convertido en bar. Aquí la palabra ecléctico no es suficiente: del techo cuelgan licuadoras rotas, bicicletas y muñecas sin pelo. En las paredes no hay un sólo espacio libre y entre los clientes las lámparas de luz cálida y tenue iluminan las mesitas, minúsculas y retacadas.

La mañana siguiente amanecemos con una vista espectacular: nuestra habitación en Four Seasons Gresham Palace tiene un balcón que mira directamente sobre el Danubio, frente al Puente de las Cadenas, uno de los más icónicos de la ciudad. Gresham Palace también es uno de los edificios icónicos sobre la ribera del Danubio, un antiguo edificio de departamentos renovado a la perfección, resaltando los detalles Art Nouveau de la construcción original, como las cúpulas y ventanas con románticos vitrales o los barandales metálicos de motivos animales. Es el punto de partida perfecto para un recorrido por Budapest, así que de aquí salimos con Kata, nuestra guía, quién nos lleva caminando por la ciudad mientras nos platica sobre su historia y arquitectura.

Comenzamos el recorrido en el lado de la ciudad de Pest, la parte “nueva” de la ciudad (nueva entre comillas porque en Budapest todo es viejo e histórico). Entre los puntos más bellos de nuestra caminata están la Basílica de San Esteban, una imponente inglesia en el centro de la ciudad, construido en un lote de lo que solía ser un estacionamiento durante la época comunista, o el Parlamento de Hungría, uno de los más grandes del mundo, con sus 365 ventanas, (una para poder observar a los políticos dentro por cada día del año) y sus 20 kilómetros de pasillos.

Basílica de San Esteban

Para llegar a Buda, o el lado antiguo ex-imperial de la ciudad, cruzamos el Danubio por debajo del agua, usando un metro que baja tanto que las escaleras para entrar parecen ser casi verticales. A la salida nos recibe esta otra cara de Budapest; más antigua aún pero llena de encanto, con casitas de dos pisos en colores pastel y tejas rojas salpicadas entre antiguas ruinas romanas o impresionantes monumentos como el Bastión de los Pescadores, que rodea la Iglesia de San Matías y corona la muralla antigua que rodea a Buda. Aunque aquí encontramos la mayor cantidad de turistas, es una parada obligatoria: las vistas al Danubio y al lado de Pest son impresionantes.

Para terminar la caminata visitamos el antiguo Palacio o Castillo de Buda, dónde solía estar la residencia Imperial. Hoy el castillo alberga la Biblioteca Nacional, el Museo de Historia, y la Galería Nacional de Hungría. Bien vale la pena recorrer Buda y el distrito del castillo con calma y tiempo, deteniéndose a admirar desde los detalles en los rincones hasta las impactantes construcciones neobarrocas, pero lo que más vale la pena es aprender los detalles peculiares que nos cuenta Kata sobre Budapest y la cultura Húngara, que curiosamente comparte varias similitudes con México.

La Virgen Maria, por ejemplo, es no solo la Santa Patrona de Hungría, sino que es la verdadera, y eterna, reina del país. Ningún rey se podía coronar sin su bendición, y actuaban solamente en su lugar. Las fiestas religiosas, como en nuestro país, se enfocan mayormente en reuniones familiares pero sobretodo gastronómicas, con días y días de “pretextos” para reunirse y compartir platillos tradicionales. Incluso las artesanías locales son parecidas; tejidos, bordados y maderas talladas que podrían ser primas de las nuestras se asoman en las boutiques tradicionales.

Hamburguesa de venado en Felix Kitchen & Bar

Tanta caminata ya nos pide sentarnos a disfrutar de los restaurantes de Budapest, así que llegamos a Felix Kitchen & Bar, un restaurante con una ubicación privilegiada, en las faldas del Castillo y frente al Danubio. Este es un delicioso lugar de cocina contemporánea, con platillos como ensalada de pulpo con edamames, hamburguesa de venado, o pato con puré de papas trufado. La mejor recomendación para este restaurante es reservar una mesa en la terraza, y pedir al sommelier sus recomendaciones de maridaje para cada platillo, una gran forma de comenzar a conocer los vinos húngaros, que aunque tal vez no gozan de fama en nuestro país, son de excelente calidad y variedad, con perfiles aromáticos muy peculiares y distintos a los vinos de cualquier otra región.

Antes de terminar el día, no puede faltar una última, pero muy importante parada culinaria: vamos por un Kürtőskalács, un pan dulce tradicional húngaro en forma de chimenea, que se hornea enrollado alrededor de un rodillo y luego se espolvorea con azúcar y canela, aunque también hay otras coberturas como nutella, chocolate, nueces, o incluso frutas secas. También se puede rellenar con helado, y es tradicional acompañarlo de una bebida caliente como café o chocolate. Los kürtőskalács (pronunciado kurtoskalash) son una comida callejera típica, así que los vas a encontrar por toda la ciudad, pero si quieres ir a la segura dirígete a Mólnar’s Kürtőskalács.

La próxima mañana nos encuentra en Matild Palace Luxury Collection, otro increíble hotel con toques más modernos pero también con un sabor Art Nouveau del cual no se puede (ni se quiere) escapar en Budapest. Nuestros planes del día, pasear en bote por el Danubio y visitar la Isla Margarita, se ven alterados por una terca neblina y llovizna que no da tregua, así que mejor nos dirigimos a Ujbuda, o Nuevo Buda, un distrito moderno para los estándares de Budapest, dónde puedes ver los impresionantes Baños termales Gellert, famosos por su decoración azul y dorada dentro del hotel del mismo nombre. Budapest es una ciudad muy rica en aguas termales, y te vayas a meter o no, visitar alguno de sus más de 11 spas es una parada obligatoria. Desde tiempos romanos, la ciudad ha explotado la enorme reserva manantial debajo de ella, creando toda una cultura alrededor de las aguas termales, que visitan locales y turistas por igual, desde la mañana hasta la noche.

Después de pasear por este distrito regresamos a la zona de Buda, para comer en uno de los restaurantes más ricos de Budapest: Stand 25. Este restaurante es un bistró con bases de cocina húngara y toques modernos. Aquí probamos especialidades como el turos csusza, un fettuccini con queso cottage húngaro y trocitos de tocino, o el cerdo mangalica (una variedad de Hungría) estilo Brassói, rostizado con ajo, paprika y papas. De postre escogemos el sòmloi galuska, un tipo de pastel en capas de vainilla, chocolate y nuez, servido con crema batida, salsa de chocolate y ron. Algo increíble de Stand 25 es su carta de vinos: cada platillo viene con una sugerencia en el menú (muy práctico ya que entender la carta de vinos húngaros puede ser complicado), pero además si te acercas al sommelier será el más feliz de no solo recomendarte alguno según tu estilo, te dará a probar varios mientras te explica un poco sobre los vinos húngaros.

Para terminar el día, nos damos una vuelta por un par de bares muy distintos a los bares en ruina. Cómo puedes leer, aquí la cultura de bares es muy importante, son un punto de reunión clave para los húngaros, y los hay de todo tipo. Los bares en rooftops son otros de los más distintivos de la ciudad, con impresionantes vistas de los monumentos de la ciudad, como la vista a la Basílica de San Esteban desde el High Note Skybar. Para terminar la noche, hacemos una última parada en Kollasz, dentro del Four Seasons, para tomar unos tragos algo más elegantes. Kollasz es una brasserie que bien vale la pena visitar, ya sea para tomar un par de cocteles o cenar delicioso en un ambiente íntimo y acogedor.

Tristemente llegamos al último día de nuestro recorrido por Budapest, pero antes de dirigirnos al aeropuerto nos queda una última parada: nos dirigimos al Distrito 2 de la ciudad, una zona algo menos turística a unas cuantas paradas de tram del centro, y muy cerca de la isla Margarita. Aquí descubrimos pequeñas joyas locales como tiendas de tés especializadas en teteras artesanales y tés de Japón y China, boutiques de decoración típica húngara, o el pequeño taller de cerámica artesanal Susu Keramika, donde un par de amigas hornean y pintan tazas, jarrones y platos en un estilo femenino, peculiar y único.

Justo a un lado de ésta boutique, se encuentra nuestro último restaurante: Vietnami Gulyas, a cargo del chef Huszár Krisztián, que además de ser uno de los jóvenes estrellas de la cocina de la ciudad, es el más amigable y mejor anfitrión. Vietnami Gulyas es su más nuevo restaurante, de fusión vietnamita-húngara, y es un local pequeño, casual, pero delicioso. La especialidad es el udon, generosas sopas con fideo y distintos tipos de carne o vegetales basados en recetas húngaras, estilo goulash. Nosotros probamos los gyozas o dumplings de cerdo mangalica, con una salsa picante espectacular, y el udon con goulash de res y huevo cocido. Los platillos son espectaculares, como una comida de confort exótica pero que a la vez sabe muy familiar, casero, sin dejar de estar perfectamente ejecutados. En este día frío, es la despedida perfecta de Budapest, una ciudad con un sabor único, desde sus platillos tradicionales y modernos, su arquitectura romántica e imponente a la vez, y su gente, que aunque parece reservada, esta llena de vida y siempre dispuesta a convivir en la mesa, alrededor de la comida o de unos buenos tragos.

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Recorrido por Budapest
Puedes reservar este viaje a través de Turismo Exmar.

Acerca del autor

mm

Editora del arte del buen vivir; bloguera apasionada del buen comer, todo lo boutique, hoteles, interiorismo, las terrazas soleadas y todos los animales.

1 comentario

  1. SCHEINE SA DE CV

    Que antojo i r de bares y pasear por Budapest.

    Deben ser impresionantes las vistas del Danubio. Wow que viaje más interesante !!!!!!!

    Reply

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