
La Guía Michelin – de vender llantas a cenas estrelladas
Hoy en día hablamos sin pensarlo muy a fondo sobre si un restaurante tiene una dos, o tres estrellas, en base a la guía Michelin. Pero si nos detenemos a analizarlo, ¿cómo es que una compañía que vende llantas pasó a ser una de las autoridades en clasificación de restaurantes de alta cocina?
Pues la respuesta es mucho más humilde de lo que asociamos con un restaurante de tres estrellas: la Guía Michelin fue simplemente una estrategia de marketing para impulsar a más automovilistas a lanzarse a las carreteras francesas (y por ende, incrementar el consumo de llantas). La guía original, cuya primera edición se publicó en 1889, era un suplemento para los clientes de las llantas, y además de restaurantes incluía mapas, hostales, y puntos de interés en distintas rutas.
A medida que la popularidad del automóvil y de la guía Michelin fue creciendo, los hermanos fundadores de la compañía, André y Edouard Michelin, vieron una gran oportunidad de negocio, comenzaron a cobrar por el pequeño libro y a organizar su contenido por categorías, pero más importante aún, a hacer reseñas anónimas de los restaurantes que incluían en él.
En 1936, se estableció y publicó el sistema actual de estrellas Michelin, otorgando cero, una, dos o tres en base a cinco criterios:
- Calidad del producto
- Maestría de sabor y técnica
- La personalidad del chef en su tipo de cocina
- Relación precio-calidad
- Consistencia entre visitas
Desde entonces, las estrellas se han vuelto un factor determinante para los restaurantes de alta cocina en los 28 países que cubre en Europa, Asia y Estados Unidos. En Latinoamérica, solo existen dos restaurantes “estrellados”, en Brazil.
Y ahí lo tienen, como una llantera y su mascota, Bibendum (el hombre Michelin) se volvieron uno de los referentes más importantes del mundo culinario.
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