
Confinamiento en pandemia (O cómo hacer chimichurri)

Hace varios meses mi amiga Maruka me leyò esta frase de un libro:
Hoy no haremos lo de siempre, haremos lo de nunca.
Y no había llegado la pandemia y la vida continuaba con sus quejas y sus asombros, con el ruido que se hace cuando tenemos prisa y estamos irritados. Intenté en ese momento hacer eso que nunca hago; pero mirando hacia atrás es ahora cuando todos hacemos lo de nunca… lo que nunca imaginamos vivir: “ la dimensión desconocida” y aquí estamos viviendo lo de nunca, haciendo y pensando lo de nunca… será el mundo de nunca jamás?
¡No! me niego ha pensar que no podré abrazar a mi hijos y verlos a los ojos y decirles: -Esto también pasará-
Mi amor esta ahí, más grande y más brillante, como no abrazarnos a la vida cuando tu ventana se llena de pajarillos y el único ruido que escuchas es el de tu respiración. Me he salvado, hasta ahora con respirar, con cocinar, con cuidar de mi hogar, mi amor y mi corazón.
Mi madre se fue hace 5 lunas y lo siento hasta en mi tuétano. Mi niñez ha sido mi rescate. Ver esas fotos dónde era libre y brincaba desnuda por la playa, en la azotea, en el campo… todo era un juego y lo jugaba con alegría y gozo. Mi madre y mi padre podían todo, desafiar todas las reglas, ser libres y amarse… rompiendo las reglas del mundo que habitaban.
Ahora vivo desde mi terraza a una colonia que desconozco, no salgo, literal, ni a la esquina. Y si me da tristeza, que el señor de las flores no llega, que el que bolea los zapatos no esta sentado leyendo su libro, que nadie limpia la calle y en vez de saludarnos en el parque no esquivamos.
Todos estamos encerrados, no es mi ciudad, son todas las del mundo, todos hacemos lo que podemos y hasta con las uñas nos aferramos a esa extraña sensación de vivir, que es amar. Porque lo único que me ha enseñado la vida es que el amor es el motor de todo lo que haces.
Y si sigo cocinando y además cuidando de las hierbas de las terrazas, las alimento de todo lo que pueda: agua y paciencia y ellas me dan sus hojas, la albahaca, el tomillo, el orégano, el apio, la salvia, el alcanfor, la hoja santa, el romero, la hierbabuena y la menta, la ruda y hasta los jitomates (que me regalo mi hermanita) hoy asoman sus flores amarillas. A todas les agradezco su templanza y su entusiasmo a seguir viviendo. Con ellas aderezo mis ensaladas y mis sinsabores. En ellas los pájaros se mecen, las abejas se alimentan y los colibríes me llegan con noticias de lugares lejanos.
Así que aquí les regalo mi receta de chimichurri, con la cual pueden aderezar ensaladas, hacer huevos revueltos con papa, hacer un pollo y todo aquello que se les ocurra. Hierbas que limpian y purifican.
Receta de chimichurri

En una cazuela con el aceite sofría el ajo con los chiles. Vierta todas las hierbas y las especias y la sal junto con el vinagre. Baje el fuego y deje que vaya hirviendo y piense puras cositas hermosas. Rectifique la sal. Cuando esté sabrosísima, apague y ponga la salsa en un frasco limpio.
Listo. Se guarda en el refrigerador, y consúmalo con gusto.
Ingredients
Directions
En una cazuela con el aceite sofría el ajo con los chiles. Vierta todas las hierbas y las especias y la sal junto con el vinagre. Baje el fuego y deje que vaya hirviendo y piense puras cositas hermosas. Rectifique la sal. Cuando esté sabrosísima, apague y ponga la salsa en un frasco limpio.
Listo. Se guarda en el refrigerador, y consúmalo con gusto.
Yo también recuerdo tu adolescencia, la cual todos nos vimos reflejada en ella. Bella mujercita llena de luz e inquietudes esotéricas, nos tenias asombradas de cual iba a ser tu futuro. Ahora veo que sigues siendo una bella mujer sensible a todo lo que ofrece la vida, creativa y muy parecida a tu madre la cual también extraño hasta el tuétano. Recuerdo de que un poco tiempo después de que Lila escribió la historia de Ashoka, tu encontraste a tu amor Hindú. Esto, y muchos mas recuerdos tengo de esa casa mágica en la calle de Amores. Te quiero.