La Mallorquina – un corazón de España en el corazón de Polanco
Croquetas de jamón, huevos rotos, pimientos rellenos de bacalao, pan tumaca, solomillo con cabrales…¿estás pensando en España? Pues bien, porque eso es justamente el restaurante La Mallorquina: un corazón de España en el corazón de Polanquito.
La cocina de La Mallorquina corre a cargo de Carlos Arrieta, de 53 años, nacido en Oviedo, España, dónde comenzó en la gastronomía y dónde visita aún al menos 6 veces al año. La familia de Carlos se ha dedicado siempre a la industria culinaria, en particular a la producción pastelera; de ahí el gusto del chef por los negocios de esta rama. Aunque de profesión es economista, nunca ejerció tal carrera. Le sedujeron la chocolatería y el catering desde joven en España, y fue así como aprendió a cocinar como tal, acompañando a los chefs en sus negocios.
Carlos llegó a México hace más de seis años como importador de productos españoles, pero no tardó mucho en enamorarse de la ciudad, de su gente, de la fruta, y claro, de la comida.
La esquina de Polanco frente al parque de los espejos donde hoy está La Mallorquina no comenzó como un restaurante. Al principio, era simplemente un bar de tapeo, de ambiente casual, “para los amigos”. Conforme los amigos se hicieron más, también las solicitudes por platos españoles más completos, como arroces o carnes. Y así poco a poco se fue consolidando como un restaurante hasta llegar a ser el que es hoy: un lugar de comida meramente española, tradicional, asturiano.
Para los amantes de la comida española, esta es una oferta muy auténtica; desde el chef que pasea entre las mesas con su agradable acento asturiano y actitud boyante, proclamando su amor por el jamón serrano y el ginebra, hasta la carta de vinos enteramente españoles, los cuáles el busca personalmente con bodegas comprometidas a la buena calidad. En alianza con las bodegas y como promotor no oficial del vino español, Carlos los incluye en la carta a precios más accesibles que en otros restaurantes, para poder complementar esas chuletitas de cordero o un buen rabo de toro con el Rioja perfecto.
Aunque como cualquier expatriado haya sufrido un choque cultural al establecerse en México, en momentos como cuando los clientes le pedían picante para la fabada o embarraban el jamón de bellota con alioli, (porque mexicanos nunca dejaremos de ser) para Carlos México ya es casa. Ya aprendió que aquí el no no existe, que el ahorita es un momento de tiempo indefinido, y que, en sus palabras, si no te aclimatas, te aclichingas. Y vaya que se ha aclimatado, no sólo en la esquina de Polanco, pero ya con una segunda sede de La Mallorquina de reciente apertura en San Ángel, dónde además del salón cuentan también con terraza para disfrutar aún más de la coctelería.
Aunque enamorado de México y de sus productos que a veces se cuelan sutilmente en la carta, como las morillas o el huachinango, Carlos sigue ofreciendo la comida de toda su vida, tradicional y franca. Los arroces son su predilección, así como la parrilla, por lo que no hay que perdonar ninguno de estos. Tampoco hay que dejar pasar la oportunidad probar una selección de jamones, y al terminar la comida, cerrar con un buen gin, la especialidad en coctelería de la casa.
La Mallorquina
Toma nota
Polanco: Emilio Castelar 65, Polanco, CDMX
San Ángel: San Ángel Inn · Altavista 207, CDMX
IG: @lamallorquinamexico
lamallorquina.com.mx